Gravitaciones discursivas de La Orden de Palmira
La escritura de Sheyla Prevé denota una fina destreza en el manejo de la lengua. Cada palabra es precisa y nos entrega los indicios requeridos para continuar en la trama. El lector o lectora no puede alejarse de esa intriga. Deseamos saber qué sucederá con Lara y Evan, si lograrán cambiar la estructura organizacional de La Orden de Palmira o si David Marioni recapacitará en la traición hecha. Es precisamente este atrapamiento, o entrampamiento en el que nos encontramos, lo que permite nos identifiquemos con los protagonistas.
Fabuladora de historias, pero también promotora de la lectura, de la investigación, del conocimiento por el sujeto es la escritora mexicana quien nos presenta esta creación suya como apuesta discursiva. La Orden de Palmira remota a esas grandes novelas de amor, justicia y honor de la antigüedad; en ese sentido, Sheyla Prevé se muestra como juglar de la corte. Así vestida de gala, nuestra anfitriona nos narra una historia que inició ha novecientos años, una historia dónde la magia y los conjuros permean la vida de jóvenes herederos, donde la venganza es redimida por la benevolencia en la que los protagonistas buscan el sentido de su existencia.
Se rescata el poder de la palabra como un acto generador que -de cualquier manera- desenlaza consecuencias. A través de la palabra es como nos acercamos a lo más íntimo de su escritura, a la ontología de la autora; a través de la palabra es como se pacta La Orden de Palmira y se colocan los candados para la organización; a través de la palabra es como el sentir se hace explícito. En una época donde la palabra pareciera no tener el valor que representa, Prevé nos recuerda que es la piedra angular de toda relación. Nos invita a poner especial énfasis no sólo en lo denotado, sino en lo connotado y en el tono de lo dicho.
Tema principal y fundante de la trama es la Magia Salomonis. Con ello, se da la construcción mística del imperio sobre los demonios, la sabiduría por sobre los actos y el motivo interno que moviliza a los personajes. Este mito originante gravita el contexto cultural del lector occidental ¿Sucedió en realidad? ¿Cuáles son las fuentes? ¿Podríamos alcanzar ese nivel de destreza en este arte? Todo concluye en la pregunta existencial del saber más acerca del saber.
El tópico amoroso-amatorio matiza la carga filosófica de la novela. A decir verdad, es el contenedor de la historia. Las miradas, la cercanía, el deseo y la postura decidida de los amantes hacen de su lectura un placer provocador. Es una historia que habla del amor, no sólo una historia de amor. El derroche de sensaciones y observaciones a detalle, hace que quien toma en sus manos esta novela no pueda escapar de ella. Al estar estructurada en capítulos de rápida lectura permite la elaboración de un guión interno particular de cada receptor. Contarnos nuestra propia película.
El escritor presupone un tipo de lector, eso afirman los estudiosos de la Literatura. ¿Quiénes leerán La Orden de Palmira? ¿Tendremos la misma sensación al final de las páginas? ¿Cuáles serán los tópicos que nos motivan? Nuestra juglar, con el sombrero de pluma en la mano, lo extiende para otorgarnos la palabra.